Corta la cebolla en pluma con 2mm de grosor. Lo puedes hacer con una mandolina como yo o con cuchillo.
Agrega la mantequilla a una olla grande a fuego medio. Una vez derretida, agrega la cebolla, laurel y hojas de tomillo y échale una pizca de sal para ayudar a que bote el líquido más rápido.
Mezcla cada 3-5 minutos para que no se pegue. Vas a ver que rápidamente se reduce.
Cuando ya no quede más líquido, tienes que mirar la cebolla de cerca porque se puede pegar y quemar. Paciencia, que la caramelización toma tiempo pero vale la pena! Si vez pedacitos dorados en la base, frota las cebollas contra ellos para sacarlos. Si en cualquier momento vez que hay mucho dorado en la base y tienes miedo que se queme, echa un chorro de agua y mezcla para despegarlo. Solo hazlo cuando sea necesario porque cada vez que echas agua estás deteniendo el proceso de caramelización.
Una vez que tengan el color que ves en mi sopa, detente.
Agrega el caldo de carne y mezcla. Aún a fuego medio, espera a que la mezcla rompa hervor.
Desde que rompe hervor baja el fuego al mínimo y deja que hierva lentamente por 30 minutos sin tapa.
Agrégale pimienta antes de servir y corrige el nivel de sal.