Mezcla las yemas de huevo con el azúcar usando un batidor de mano. Mézclalas apenas se toquen porque si no el azúcar empieza a cocinar las yemas y forma una capa que no se disuelve fácilmente.
Pon el resto de ingredientes (excepto las 2 cdas de manjar blanco) en una olla a temperatura media hasta que empiece a botar vapor.
Temperamos las yemas con 1/3 de la leche (aproximadamente) y mezclamos muy rápido con un batidor de mano para que no se haga huevo revuelto.
Regresa todo a la olla y cocinamos moviendo constantemente a temperatura media-baja hasta que espese lo suficiente como para cubrir la parte de atrás de una cuchara o espátula (tienes que poder hacer una raya con tu dedo a través de la espátula y que el líquido no la borre). Sabes que te estás acercando a ese punto porque se va a ir todas las burbujas de la superficie. No lo sobrecocines o se puede cortar.
Transfiérelo a un bowl para detener la cocción y prevenir que se siga cocinando y se corte.
Agregar las dos cucharadas de manjar blanco y disolverlo mientras está caliente.
Poner el bowl sobre otro bowl con hielo y agua (baño maría invertido) y ayuda a que baje la temperatura a ambiente moviéndolo.
Transferirlo a un recipiente grande y plano y va al congelador hasta que esté totalmente congelado. Mientras más grande el recipiente, más rápido se va a congelar ;)
Sácalo del contenedor y bátelo en una batidora eléctrica estática o de mano hasta que esté muy cremoso. Vas a notar que se ha puesto más claro en color y además va a ser más voluminoso porque le hemos incorporado aire.
Congelar de nuevo (esta vez va a tomar menos tiempo)
Batir de nuevo y luego agregar el chocolate con una espátula.
Ahora va al contenedor final (yo usé un molde de queque con papel manteca) y haz capas de helado y manjar blanco. Luego usa un palito para mezclarlo un poco.
¡Congelar y comer!