Espolvorea harina sobre una superficie limpia y estira la masa. Cada par de estiradas detente para asegurarte que la masa no se esté pegando y espolvorea más harina de ser necesario. Estírala hasta que tenga 2mm de espesor para que puedas tener varias capas de masa y jamón y queso en lugar de un par de capas gruesas. Trata de que la masa se mantenga lo más rectangular que puedas. Al final asegúrate una vez más que no esté pegada para que puedas enrollar con tranquilidad.
Pinta la mantequilla derretida por toda la masa.
Pon el jamón y queso sobre el rectángulo uno al lado del otro. Espolvorea el orégano.
Empieza a enrollar: primero hazlo con cuidado y una vez que tengas dos vueltas listas ya puedes empujar la masa para enrollarla (igual sigue teniendo cuidado de que esté apretado).
Corta los rollos (los míos eran de 4cm) y ponlos en una bandeja para horno con papel manteca adentro (esto te va a ayudar luego a despegarlos, ¡me lo vas a agradecer!) y ponlos adentro. No los pegues porque van a crecer en el leudado y luego en el horno, deja unos 2 dedos entre rollitos. Si los aprietas van a volverse cuadrados.
Deja que leuden por 12 horas en la refrigeradora. Idealmente no dejes que pase más tiempo que 12 horas o pueden sobre leudar. Si prefieres hornearlos en el momento, mira las notas de la receta.
Directo de la refrigeradora van a un horno precalentado a 180°C por 20-30min o hasta que estén dorados encima.